Que no me encuentren

jueves, noviembre 27, 2014

Felicidad... uno siempre piensa y más aún se pregunta por ella. X siempre me decía que ella no era feliz. Ella no podía vivir en un mundo al que la habían arrojado en el que para sobrevivir tenía que depender de su propia suerte. Para ser feliz el mundo tiene que ser feliz. Es lo que ella pensaba. Yo no estaba de acuerdo. Yo soy feliz. Pero ser feliz no es un argumento válido para afirmar que la felicidad existe, sino le daríamos crédito a todos aquellos que dicen que Dios existe porque creen en el, y no se puede creer en algo que no existe, al mejor estilo Descartes. Tratemos de descular un poco el tema este.
 Uno debería partir del supuesto de que no se puede ser feliz e infeliz al mismo tiempo. Son cosas opuestas, y por lo tanto no podrían coexistir. Yo no puedo decir que soy feliz y al mismo tiempo decir que no lo soy. Es como si el principio de identidad se impusiera... aunque ahora con todo este tema de la física cuántica, por supuesto, es todo más complejo. Pero más allá de todo, la felicidad.... no es un estado de tiempo prolongado, no es una cualidad del ser, sino más bien una emoción. Algo que dura un tiempo, y que después se desvanece. Eso permite que uno sea feliz y no lo sea. Que uno solo sea feliz por momentos, e infeliz por otros. Pero la felicidad y la infelicidad no son emociones, son estados, que se encuentran asociados a emociones particulares. Si uno se pone exquisito, podría asociar la angustia con la infelicidad, y la alegría con la felicidad. ¿Pero porque existe la felicidad si en verdad es una manifestación de la alegría? y porque existe la infelicidad si es una manifestación de la angustia? Cualquiera me acompañaría con el argumento que tanto la felicidad como la infelicidad son estados extremos. Es decir, son absolutos mensurables. No se puede ser más que feliz, y no se puede ser menos que infeliz. Son extremos de una variable continua.
Realmente, transformar a la felicidad en una variable es inhumano, asqueroso, despreciable, es algo verdaderamente infeliz...

Prosigamos pues con otro camino. Retomemos un poquito a Borges y demos un siguiente paso.

He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer.
No he sido feliz.

Claramente, la felicidad, ya no es un estado de la emoción, sino una categoría reflexiva sobre el propio pasado. Algo que parece ser más humanos, y más cercano al uso habitual que solemos generar sobre nuestra propia experiencia. Por lo que inevitablemente uno cae nuevamente en un abismo sin salida. Uno sencillamente puede haber sido feliz, o haber sido infeliz, en términos pasados. No es posible ser feliz, porque es imposible reflexionar sobre el instante... ya saben, esa cosa de que el presente es tan veloz que cuando uno lo concibe ya paso. Al mismo tiempo.. las consecuencias son nefastas... porque uno no podría encontrar jamas recetas para la felicidad. Si son pasadas, y son estados reflexivos, sólo podría uno ver la felicidad como el resultado de un conjunto de experiencias que le son netamente personales. Un poco volviendo a marx, y a esa idea de que construimos nuestra propia historia pero no bajo las condiciones que elegimos. Es decir. Nuestro contexto, determina si fuimos o no felices. La felicidad ya no depende de nosotros, sino del entorno.

Todo me lleva a pensar que realmente no entiendo nada sobre la felicidad