Que no me encuentren

viernes, enero 26, 2007

Vivir para contarla.

Y con lo que odio a Garcia Marquez esa frase me da vuelta en la cabeza hace varios dias, varias horas. Es una especie de maldicion, un poco lo que decia ayer, de la negacion de mis origenes berretas. No lo odio, pero sus descripciones densas me aburrieron. No me conducen al mundo de ensoñacion al que me deberian conducir sino al del sueño vertiginoso, el aburrimiento y la diarrea mental. Pero la frase esta ahi dando vueltas por mi cabeza y tengo que usarla.... no se para que ni con que sentido, esto es lo que este blop trata de decifrar. Para ello propongo la separacion sintactica de la oracion: Vivir (verbo) para contarla (objeto directo). No hay sujeto en la oracion, al menos si esta está tacito. Mi primer problema aparece entonces y es el de quien es el que vive para contarla. En su version original fue Garcia Marquez, en este momento de inquietud mental supongo que soy yo. Una vez asumido que soy yo el que vivo, es necesario aclarar que es lo que hay que contar. Y de nuevo hay una doble oposicion entre Garcia Marquez que queria contar su vida, y yo que definitivamente lo que no quiero hacer es lo que hace el. Todas estas redundancias linguisticas no tienen el sentido ni el valor necesario para hacer que este post valga la pena. Entonces aparezco yo de nuevo pensandome sonriente en un patio, con una mesita de madera oscura y mi cenicero, fumando un cigarrillo mientras respiro aire. Una suerte de emulacion marqueciana me atraviesa deborandome desde las entrañas, la descripcion densa se apodera de mi y todo empieza de nuevo: Aquel suelo frio e inmutable sostenia mi fragil peso temiendo quebrarse debajo de mi, como si no pudiera sostener el peso de mi pasado que largamente y penosamente me venia acechando de tiempos inmemoriables. Quisiera recordar los primeros momentos vividos en los que estaba vacio de recuerdos y de pasado, aunque me imagino en aquel precoz instante, minutos posteriores a la primera exhalacion, robando pasados ajenos que se combinaban en el primer parpadeo para construir mi cruz. Alli estaba yo naciendo como hoy sentado sobre este fragil suelo que teme quebrarse bajo la sombra que no proyectaba la luz sino el silencio de todas aquellas cosas no dichas, todas esas palabras que desangraban en un cuerpo culminado por el amanecer proximo. Pero aquel endomoniado que es el suelo y mi sosten no cargaba solo con mi cuerpo enajenado de alma, sino con el corazon palpitante y el voluptuoso fervor de una mesa de madera. Yo recordaba mi nacimiento mientras escribia estas lineas fastidiosas y ella... tenia en su matriz impregnada la historia de mileños porque a diferencia del hombre que cuando muere olvida, en su interior trae consigo grabada los anillos de los arboles que hubieron de morir para darle forma. Tan cercano parece el momento en el que en un bosque que ya no existe, en algun lugar de la antigua italia, un animal deconocido habia frotado su lomo para aliviar la picazon sobre la rugosa madera ahora pulida y transformada. Algo dentro de la mesa habia muerto pero seguia vivo en mi. Y por casualidad el destino se habia reido de nosotros dos juntandonos en este momento pecaminoso, llenandonos de modificadores viciados y de la densidad de un aire que buscaba purificarse al tacto de nuestras envejecidas pieles. Es cierto, una brisa nos rejuvenecia con los chusmerios que flotaban en el aire pero en la soledad del patio solo nosotros dos, la mesa y yo, comprendiamos que el tiempo habria de darnos el gusto de olvidar la insignificancia de nuestra presencia en este mundo, y la enormidad del universo que, en una noche como esta, puede verse timidamente detras de mi mirada.

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