Que no me encuentren

sábado, mayo 15, 2010

Algo así como morir pero con menos dramatismo...

En algún buen momento de mi vida dejé de escribir. Al menos deje de hacerlo de manera constante. Una parte mía nunca se lo perdono: quedo relegada a lo entrañable del ser acumulando ideas para volcarlas algún día sobre algún papel. Pienso que por eso la escritura se vuelve una constante intrrumpida. Uno siempre deja de escribir; pero más importante aun, uno siempre vuelve a escribir. Cuando dejo de escribir por lo general se debe a dos motivos principales. Primero que todo, por que termino volviendo de la escritura una obligación y escribiendo cosas sin placer. Segundo, por que existen filtros que cuando escribo me pasó, los pierdo. Las letras que quedan son un cementerio expuesto de emociones, de ideas, de sentimientos amalgamados y prostituidos sobre el papel. A uno le duele cuando se da cuenta que una idea brillante pierde toda su grandeza cuando se materializa en el papel.

A veces la vida te enseña lecciones inauditas. Siempre me mofe de critcar las categorias evolucionistas que circulan por la vida cotidiana. Un poco asqueado del sentido comun creía que uno tiene que enfrentar esa sucesion de estados logicos a como de lugar. Lo primero no es primero necesariamente. El orden siempre esta en la cabeza de uno. Reemplazar un marco cognocitivo mental por otro, muchas veces termina siendo un sin sentido horrendo, un acto de rebeldia injustificada que acaba en un callejon de ideas oprimidas. Cuando uno se descuida de golpe pum, la categoría te cae en la frente y te tira al piso de la peor manera. No pude dejar de pensar en las relaciones sentimentales como categorías evolutivas plenas. Ahora desde a ignorancia me cuestiono si es posible alterar ese orden, y más aun.: si tiene sentido.

La logica es la siguiente: Uno conoce a alguien, empieza a salir, avanza en sus emociones y sentimientos. Termina viviendo con esa persona. El ultimo punto marca el final de un ciclo y el comienzo de uno nuevo. ¿tan ortodoxo tiene que ser el mundo? ¿Y si en un capricho epistemologico se me pianta la puta idea de pasar del ultimo punto al tercero?
¿Cuanto sentido tiene lo que planteo?

Lo que definitivamente sucede, es esa transformacion simbolica. La bellota de hegel que tenía que morir necesariamente para convertirse en raiz. Cada fase implica una enorme muerte. Todas las muertes son inmensas. Aunque algunas muertes solo son parciales. Hay esencias, habitos, sentimientos que se aferran nanometricamente a la piel. Con ese tamaño resulta imposible estirparlos.

Morir esta vez implica lo mismo que se dice de cualquier muerte. Ver pasar tu vida, tu relación, tus emociones, tu desesperación por delante de tus ojos. Es un lugar común, ya se. Pero se parece más bien a un cementerio. El lugar al que todas las ideas van a descansar cuando se pierden.

Una parte mía no quiere morir, se resigna, lucha y se aferra. Empezar de nuevo y todas esas cosas que a lo lejos se ven terribles puede parecerse a una mariposa sediciosa: sencillamente encantador. Una parte mía se desgarra, se disuelve.

Y cuando piensa que la mejor opcion es aferrarse de la parte que se mantiene viva y en pie. De esas pequeñas nanomoleculas de sentimientos aferradas a la piel, surge una idea: la de la muerte necesaria. Morír para resurgir. Morir para poder seguir. La murte metaforica como un resurgimiento literal.

¿Es posible entonces luchar contra el sentido comun, desterrar al evolucionismo, imponerse contra las categorias, generar nuevos ordenes, nuevas emociones, nuevos sentimientos, sin convertir ese acto de rebeldia en un acto de estupides irracional?

Espero que sí...